Treinta minutos diarios de música pueden reducir la ansiedad y el dolor tras un ataque al corazón, según un estudio

EUROPA PRESS

Los pacientes que sufren episodios de dolor en el pecho poco después de un ataque cardíaco, conocidos como angina de pecho postinfarto temprana, tienen niveles significativamente más bajos de ansiedad y dolor si escuchan música durante 30 minutos al día, según un estudio presentado en la Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología.

Se estima que aproximadamente 1 de cada 9 supervivientes de un ataque cardíaco experimenta episodios de dolor en el pecho y ansiedad dentro de las primeras 48 horas. La nueva investigación sugiere que la música, combinada con terapias estándar como los fármacos, podría ser una medida sencilla y accesible que los pacientes pueden hacer en casa para reducir potencialmente estos síntomas y ayudar a prevenir eventos cardíacos posteriores.

“Ha habido muy pocos estudios que analicen los efectos de la música en las afecciones cardíacas. Basándonos en nuestros hallazgos, creemos que la terapia musical puede ayudar a todos los pacientes después de un ataque cardíaco, no sólo a los pacientes con angina post-infarto temprana. También es muy fácil y barata de implementar”, explica Predrag Mitrovic, profesor de cardiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Belgrado (Serbia) y autor principal del estudio.

Los investigadores reclutaron 350 pacientes diagnosticados con ataque cardíaco y angina posinfarto en un centro médico en Serbia. La mitad fueron asignados al azar para recibir el tratamiento estándar, mientras que la otra realizó sesiones de música regulares además del tratamiento estándar. Para la mayoría de los pacientes, el tratamiento incluía una variedad de medicamentos como aspirina, fármacos que previenen los coágulos, beta-bloqueadores, estatinas, bloqueadores de los canales de calcio, medicamentos para reducir la presión arterial y el fármaco reductor de la angina de pecho ranolazina.

Los pacientes que reciben terapia musical se someten primero a una prueba para determinar a qué género musical es probable que su cuerpo responda positivamente. Escucharon nueve muestras de música de 30 segundos que encontraron tranquilizadoras, mientras que los investigadores evaluaron el cuerpo de cada participante en busca de respuestas automáticas e involuntarias a las muestras de música basándose en la dilatación o el estrechamiento de las pupilas. Los investigadores luego afinaron la selección trabajando con el paciente para determinar el tempo y la tonalidad óptima de la música.

Se pidió a los participantes que escucharan su selección musical durante 30 minutos cada día cuando fuera conveniente para ellos sentarse, idealmente mientras descansaban con los ojos cerrados. Los pacientes continuaron con estas sesiones de escucha diarias durante siete años, documentando sus sesiones en un registro. Regresaron al centro médico para evaluaciones de seguimiento cada tres meses durante el primer año y anualmente a partir de entonces.

Al final de los siete años, la terapia musical resultó ser más efectiva que el tratamiento estándar por sí solo en cuanto a la reducción de la ansiedad, la sensación de dolor y la angustia del dolor. Los pacientes con terapia musical, en promedio, tenía puntuaciones de ansiedad un tercio más bajas que las del tratamiento estándar e informaba de síntomas de angina más bajos en aproximadamente una cuarta parte.

Estos pacientes también tenían tasas significativamente más bajas de ciertas condiciones cardíacas, incluyendo una reducción del 18 por ciento en la tasa de insuficiencia cardíaca; un 23 por ciento más bajo en la tasa de ataques cardíacos subsecuentes; un 20 por ciento más bajo en la tasa de necesidad de cirugía de injerto de bypass de la arteria coronaria; y un 16 por ciento más bajo en la tasa de muerte cardíaca.

Los investigadores aseguran que la música puede ser útil ayudando a contrarrestar la actividad del sistema nervioso simpático, la parte del sistema nervioso que impulsa la respuesta cuando una persona se enfrenta a una situación estresante. Debido a que aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial, una respuesta simpática puede ejercer una presión adicional sobre el sistema cardiovascular.

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